Cuando escuché por primera vez sobre las especificaciones del OnePlus 15, no pude evitar preguntarme si la búsqueda por crear el “smartphone definitivo” se nos había ido de las manos. La duda era genuina: ¿es posible que un teléfono tenga demasiada potencia o especificaciones excesivas? Durante años vimos esos celulares Android “indestructibles” con baterías de 10,000 mAh y nombres agresivos como una curiosidad del mercado, pero tal parece que, sin saberlo, nos estaban mostrando el futuro. Tras probar a fondo este dispositivo, terminé dejando de lado mi Samsung Galaxy S25 Ultra, algo que no esperaba decir este año.
Una bestia tecnológica con diseño refinado
El OnePlus 15 llega presumiendo una hoja técnica que, incluso para mis estimaciones de lo que sería el estándar en 2026, resulta impresionante. Estamos hablando de una pantalla AMOLED de 6.7 pulgadas con una tasa de refresco de 165Hz, el chipset Snapdragon 8 Elite Gen 5 de próxima generación y, lo más impactante, una batería de 7,300 mAh con carga por cable de 80W. Todo esto viene protegido por una certificación IP69, capaz de resistir chorros de agua a alta presión. Afortunadamente, al sacar el equipo de la caja respiré aliviado; no se parece en nada a los ladrillos robustos de marcas como Doogee o Unihertz. Seguimos teniendo entre manos una pieza pulida de metal y vidrio, con el grosor y peso justos para sentir que la inversión de 900 dólares valió la pena y no se fue solo en “innovación” bruta.
Experiencia de uso y cambios en el diseño industrial
Para poner a prueba realmente este equipo, me lo llevé a un viaje reciente a Corea del Sur, acompañado por sus rivales directos: el Galaxy S25 Ultra y el Google Pixel 10 Pro XL. Tengo la costumbre de usar los teléfonos que reseño sin funda, sin importar el precio, para entender la intención del diseñador industrial. Con el OnePlus 15, tomar ese riesgo calculado fue sencillo. La marca abandonó el acabado de piel sintética del modelo anterior por un panel de fibra de vidrio con textura satinada. La variante “Sand Storm”, que brilla en tonos beige y bronce, tiene un riel lateral con un agarre excelente que me dio mucha seguridad al contestar mensajes o checar mapas caminando por la calle. Eso sí, el dispositivo pierde su forma tradicionalmente delgada y contorneada; varios amigos en Corea comentaron que ahora se siente y se ve más como un iPhone Pro Max o un Pixel XL. Los fans de la originalidad podrían sentirse un poco decepcionados.
Un punto controversial es la pantalla. OnePlus ha hecho mucho ruido sobre sus biseles de apenas 1.15 mm, lo que permite ver más contenido y menos bordes negros, pero al mismo tiempo la resolución ha bajado de un panel 2K a uno de 1.5K.
Filtraciones decepcionantes para el futuro Galaxy S26
Mientras OnePlus empuja los límites con baterías masivas de nueva tecnología, las noticias que llegan desde el campamento de Samsung son menos alentadoras para quienes esperan un salto similar. Según filtraciones recientes del confiable informante Ice Universe, la serie Galaxy S26 mantendría tamaños de batería familiares, ignorando por ahora la tecnología de silicio-carbono que permite mayor densidad energética. Se espera que el Galaxy S26 Ultra conserve la misma batería de 5,000 mAh que el actual S25 Ultra. De ser cierto, el próximo buque insignia de la compañía coreana no ofrecerá esa mejora sustancial en la vida de la batería que muchos usuarios demandan para 2026.
La historia se repite con el Galaxy S26 Plus, que se quedaría con el mismo paquete de energía de 4,900 mAh. La única mejora notable, aunque modesta, estaría en el modelo base Galaxy S26, que recibiría un aumento de 300 mAh para llegar a los 4,300 mAh.
¿Por qué Samsung se resiste al cambio?
Aunque publicaciones coreanas como The Financial News reportaron en febrero que Samsung consideraba incorporar baterías de silicio en sus próximos smartphones, y la propia compañía declaró en junio estar “siempre mirando tecnologías emergentes”, parece que la cautela impera. Es probable que Samsung esté reservando esta tecnología para un dispositivo experimental separado, evitando riesgos de hinchazón o vida útil corta en su línea principal. Esto recuerda a la estrategia del Galaxy Note Edge en 2014 o el reciente Galaxy S25 Edge lanzado en mayo, dispositivos que sirvieron para probar nuevos sistemas de montaje y pantallas curvas antes de llevarlos a la serie S principal.
No me sorprendería si el espacio de lanzamiento de mayo, reservado habitualmente para modelos como el Edge, se reutilice para presentar un teléfono específico impulsado por batería de silicio-carbono. De esta manera, Samsung podría probar el interés del consumidor y la fiabilidad de la tecnología sin comprometer la reputación de la serie Galaxy S26.