FTP: un clásico del intercambio de archivos que aún sigue vigente

El Protocolo de Transferencia de Archivos, más conocido como FTP por sus siglas en inglés (File Transfer Protocol), es una herramienta que, a pesar de tener más de medio siglo de existencia, sigue utilizándose en ciertos entornos específicos. Nacido antes de la propia Internet, este sistema permite mover archivos de un dispositivo a otro de forma directa, sin intermediarios, lo que lo convierte en una pieza clave de la historia tecnológica.

Un protocolo con historia

El FTP fue introducido por primera vez en abril de 1971 como parte de ARPANET, la red precursora de Internet. Su estructura final se definió en 1973, y a lo largo de los años 70 y 80 fue evolucionando hasta convertirse en un estándar para la transferencia de archivos. Para ponerlo en contexto: fue creado antes de que existieran servicios como el correo electrónico o los navegadores web.

Este protocolo trabaja sobre redes TCP (Transmission Control Protocol), una tecnología fundamental para el funcionamiento de Internet y otros servicios digitales. De hecho, la familia de protocolos sobre la cual se construye Internet se denomina TCP/IP, y el FTP es uno de los miembros más veteranos de esa familia.

¿Qué lo hace útil?

La principal ventaja del FTP es su capacidad para transferir archivos de manera rápida y sin restricciones de tamaño entre dos dispositivos conectados a Internet. Esto lo convierte en una herramienta especialmente útil en tareas técnicas como la gestión de servidores web. Por ejemplo, cuando se desarrolla una página, los archivos del sitio pueden enviarse mediante FTP al servidor donde estará alojada la web.

Sin embargo, también hay que señalar que el protocolo FTP original no cifra los datos, lo que representa un riesgo en términos de seguridad. Para solucionar este problema, en 2001 se introdujo FTPS, una versión que incluye cifrado SSL/TLS y ofrece mayor protección en las transferencias.

Así es como funciona el FTP

La lógica detrás de FTP es simple pero efectiva. Dos computadoras se conectan entre sí: una actúa como servidor (donde se almacenan los archivos) y la otra como cliente (que accede a ellos). Una vez establecida la conexión, el cliente puede ver los archivos disponibles en el servidor y descargarlos de forma directa.

Esta comunicación se realiza a través de los puertos 20 y 21, específicamente reservados para las funciones de FTP en todos los sistemas. El puerto 21 se utiliza para el control de la conexión, mientras que el puerto 20 se encarga de la transferencia de datos.

¿Todavía se usa?

Aunque hoy en día existen opciones más modernas y seguras como el almacenamiento en la nube o las redes P2P, FTP aún conserva su relevancia en algunos entornos profesionales y técnicos. Su velocidad, simplicidad y compatibilidad con diferentes sistemas operativos siguen siendo factores que lo mantienen vivo.

Antonio Hernández

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