De los primeros lentes a la exploración del universo profundo
La historia de la astronomía moderna comienza en 1608 con la invención del primer telescopio por Hans Lippershey. Aunque aquel dispositivo rudimentario solo lograba ampliar los objetos tres veces, sentó las bases de una revolución científica sin precedentes. Desde entonces, la humanidad ha perfeccionado sus herramientas para observar el cosmos, desarrollando telescopios capaces de captar la luz emitida por estrellas, galaxias lejanas, agujeros negros e incluso fenómenos raros como los anillos de Einstein.
Hoy en día, el más avanzado de todos ellos es el Telescopio Espacial James Webb (JWST, por sus siglas en inglés), una maravilla tecnológica que supera todas las expectativas. A diferencia de sus predecesores, como el Hubble, que se enfocan en la luz visible y ultravioleta, el James Webb está diseñado para detectar luz infrarroja, lo que le permite ver a través de nubes de polvo cósmico y observar las estructuras más antiguas y lejanas del universo.
Un proyecto sin precedentes: el James Webb
Lanzado el 25 de diciembre de 2021, el Telescopio James Webb es actualmente el instrumento más grande y poderoso jamás creado por la humanidad. Con un costo estimado de 10 mil millones de dólares, el proyecto fue desarrollado principalmente por la NASA en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA). Su objetivo principal: estudiar la evolución del universo desde el Big Bang hasta la formación de planetas potencialmente habitables fuera de nuestro sistema solar.
Ubicado a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, en el punto de Lagrange L2, el telescopio goza de condiciones ideales para evitar interferencias atmosféricas y mantener una temperatura estable, lo cual es clave para su precisión en la observación del cosmos.
Cómo funciona esta máquina del tiempo espacial
El JWST capta la luz infrarroja, cuya longitud de onda es entre dos y cinco veces mayor que la de la luz visible. Esta información es procesada para generar imágenes en colores falsos que permiten a los astrónomos analizar la composición, estructura y edad de las primeras galaxias y estrellas.
Gracias a sus instrumentos ultrafríos como NIRCam (Cámara de Infrarrojo Cercano) y MIRI (Instrumento de Infrarrojo Medio), el James Webb puede penetrar capas densas de polvo cósmico y estudiar regiones que antes eran inaccesibles. Además, su velocidad es notable: puede generar imágenes de alta resolución en tan solo 12,5 horas, un proceso que al Hubble le tomaría hasta dos semanas.
Descubrimientos impresionantes y nuevos récords
Desde su entrada en operación, el James Webb ha batido múltiples récords. Entre 2023 y 2025, ha identificado cientos de miles de galaxias antiguas, permitiendo a la ciencia avanzar en la comprensión del universo primitivo. Un hito destacado es el programa COSMOS-Web, que produjo el mapa panorámico infrarrojo más amplio y profundo jamás captado, con una resolución cercana a las 800,000 unidades.
Otro hallazgo sorprendente es el descubrimiento de planetas errantes o “rogue planets”, cuerpos celestes que vagan por el espacio sin orbitar una estrella. Muchos de estos planetas presentan discos de polvo, gas y partículas de silicato, elementos que podrían ser el origen de nuevos planetas o lunas.
Una ventana al origen del universo
El Telescopio Espacial James Webb no solo marca una nueva era en la astronomía, sino que también permite a la humanidad mirar hacia atrás en el tiempo, hasta los primeros momentos del universo. Con su avanzada tecnología y capacidad para explorar lo invisible, este telescopio promete revelar los secretos más profundos del cosmos y acercarnos, como nunca antes, a las respuestas sobre nuestros orígenes.